La deuda pública se ha convertido en uno de los temas más candentes de la economía global. En 2025, las cifras alcanzan niveles históricos y plantean reflexiones profundas sobre el futuro de las finanzas estatales y la capacidad de los gobiernos para mantener el bienestar de sus ciudadanos.
Contexto actual de la deuda pública mundial
Según datos recientes, la deuda global total asciende a 338 billones de dólares, cifra equivalente al 324% del PIB mundial. De ese volumen, 110,9 billones corresponden específicamente a deuda pública, con un incremento de más de 21 billones solo en la primera mitad de 2025. El FMI proyecta que esta razón superará el 100% del PIB en 2029, el nivel más elevado desde la Segunda Guerra Mundial.
Entre los países con mayor carga destacan Estados Unidos, China, Japón, Reino Unido y Francia, que concentran el 67% de la deuda pública global. En las economías emergentes, el ratio deuda/PIB alcanza un récord de 242,4%, con amortizaciones previstas por 3,2 billones de dólares en 2025.
La situación en España
En junio de 2025, España registró un endeudamiento de 1,690 billones de euros, es decir, el 103,4% del PIB. Aunque se observa una reducción gradual desde el 125% al que llegó en 2020 durante la pandemia, el país todavía está lejos del 60% recomendado por la Unión Europea.
Los objetivos oficiales apuntan a reducir la deuda al 101,7% en 2025, al 98,4% en 2027 y al 90,6% en 2031. Sin reformas estructurales, se estima que la ratio podría repuntar hasta el 181% en 2070, impulsada por el envejecimiento y el incremento del coste de los intereses.
Evolución y causas del aumento
- excepcional aumento del gasto público tras la pandemia, para sostener sistemas sanitarios y economías paralizadas.
- estrategias de crédito barato promovidas por bancos centrales, que facilitaban nuevas emisiones de deuda.
- Debilidad del dólar frente a otras monedas, amplificando el valor nominal de la deuda en términos absolutos.
- envejecimiento poblacional y gasto social, que incrementa las obligaciones futuras en pensiones y sanidad.
Argumentos y debates sobre sostenibilidad
Quienes advierten de un riesgo creciente resaltan la pérdida de confianza de los mercados si los intereses suben, lo que elevaría el coste del servicio de la deuda y reduciría los márgenes para políticas sociales. Además, la parte del presupuesto destinada a intereses desciende los recursos disponibles para educación, sanidad e infraestructuras.
En contraste, hay quienes matizan esta visión señalando que un crecimiento económico sólido puede compensar el aumento de la deuda. La financiación de inversión productiva podría generar retornos superiores al coste de financiación, reduciendo la ratio deuda/PIB a medio plazo. Históricamente, situaciones críticas como las vividas tras la Segunda Guerra Mundial demostraron que niveles elevados de deuda pueden gestionarse con políticas adecuadas.
Impactos económicos
- Limitación del gasto público en áreas clave, obligando a recortes o priorizaciones.
- Alteración de la prima de riesgo, afectando el coste de futuros préstamos.
- Presión inflacionaria si se recurre a la creación de dinero para financiar déficits.
- Menor inversión en sectores estratégicos, ralentizando el crecimiento a largo plazo.
Proyecciones y recomendaciones
Las previsiones a medio y largo plazo sugieren que, sin reformas, el envejecimiento demográfico y el encarecimiento de los intereses pueden disparar la deuda a niveles insostenibles. Organismos como el FMI y la Autoridad Fiscal Española insisten en la necesidad de ajustar las políticas fiscales y realizar cambios estructurales.
- Implementar control riguroso del gasto público y mayor transparencia presupuestaria.
- Adaptar la política fiscal al ciclo económico, aprovechando fases de crecimiento para reducir deuda.
- Fomentar la inversión en sectores estratégicos que impulsen la productividad.
- Diseñar reformas estructurales que garanticen la sostenibilidad del sistema de pensiones y la sanidad.
La gestión responsable de la deuda pública requiere un enfoque integrado que combine disciplina fiscal, estímulos selectivos y una visión de largo plazo. Además, la colaboración entre gobiernos, instituciones y ciudadanos es clave para construir una trayectoria sostenible.
Cada persona interesada puede informarse, participar en el debate público y exigir medidas equilibradas que protejan el bienestar colectivo. Sólo así se podrá transformar el reto de la deuda en una oportunidad para impulsar un crecimiento inclusivo y duradero.